La
traducción es una labor crucial para la comunicación entre distintas culturas y
la función que cumple en la transmisión del saber científico es fundamental.
Sin embargo, quienes nos dedicamos a las labores de la ciencia básica y
aplicada (ya sea la investigación, la industria o el desarrollo de nuevos
productos) no estamos tan conscientes de lo que implica el proceso de
traducción y qué tan importante es para nosotros. Una traducción inadecuada
puede afectarnos de diversos modos: pérdida de conocimiento, metodologías
inservibles, transmisión de datos erróneos.
Durante
mi experiencia como científico dedicado a la traducción profesional, he
advertido que existen dos tendencias en cuanto a la traducción científica especializada:
1) la labor realizada por los propios científicos y los profesionales que
traducen textos de sus respectivos campos, y 2) el trabajo de traductores de
formación, para quienes la traducción científica es una parte de la experiencia
profesional, tal como la que realizan para otros campos (jurídico, financiero,
literario, etc.). Ambas labores son encomiables, no obstante, cada una presenta ciertas
limitaciones.
Con
respecto a los científicos, muchas veces estamos impregnados de “vicios” del
lenguaje derivado de malas traducciones o de términos erróneos que aprendimos
durante nuestra formación profesional, tales como calcos o anglicismos. El uso
de estos últimos con frecuencia es extendido y, por lo mismo, los consideramos
normales. Sin embargo, esto propicia una falta de claridad en el mensaje traducido.
Los traductores, por otra parte, se encuentran limitados por un desconocimiento
del tema en cuestión. Esto vuelve el proceso de traducción más difícil para
ellos y con frecuencia compromete la exactitud del resultado.
La
colaboración entre científicos y traductores es bastante limitada. Paradójicamente,
esta interacción sería vital para ambos campos. El rigor lingüístico y el perfecto
conocimiento del idioma español que tienen los traductores serían deseables en
los científicos, mientras que un conocimiento básico de los temas de la ciencia
facilitaría la tarea de muchos traductores y les ayudaría a realizar una mejor
labor.
¿Por
qué no hay (o casi no hay) comunicación entre científicos y traductores? Tal
vez debido a que son dos campos que se consideran demasiado alejados entre sí.
Otra posibilidad es que ni siquiera estemos conscientes de que necesitamos el
uno del otro. Sin embargo, esta posible interacción no sólo beneficiaría a los
servicios de traducción especializada en el mercado, sino que podría contribuir
a una mejora en la calidad de los libros de texto traducidos de carácter
técnico y científico, mismos que son importantes para la formación profesional
de estudiantes de distintas carreras universitarias.
Yo,
como profesional del campo químico-farmacéutico y de la investigación
bioquímica, le debo muchas enseñanzas a mis colegas traductores de quienes he
aprendido bastante sobre su profesión. Con base en esta experiencia personal y
profesional, se diseñaron y se encuentran en proceso de implementación las
labores de enseñanza en Alpha Translations & Academic Services. De forma
interna, nuestro equipo de traducción se encuentra en constante comunicación
con un equipo científico que le asesora en cuestiones técnicas. Siguiendo este
mismo modelo operativo y laboral, nuestro objetivo es unir la brecha que existe
entre traducción y ciencia a fin de lograr una verdadera contribución al campo
de la traducción especializada.
Esperamos
que el alcance de este mensaje y este modelo de trabajo constituyan un precedente
y que nuestro país se beneficie de mejores traducciones especializadas en un
futuro cercano.
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